Por Katia Rejón
Miguel Ángel Cocom escribe poesía, palíndromos y comunicación política. Su primer libro lo publicó en 2011 bajo el sello del Instituto de Cultura de Yucatán y se llamó De Mérida, roto. También es autor de Atar de ser maya (2017) y Deidad devuelta (2021). Pero dice que los dos únicos textos que rescataría en un incendio son Nació la sombra, que escribió para su padre y Natalia, que escribió para su hija. Una constante en su obra han sido los juegos de palabra, en especial los palíndromos, sonetos, décimas y haikús.
Nací boreal
aeróbica
nací nutrida
nací nueva
nací gama de seda
y anagrama.
Fragmento de ‘Luna a viva voz’

¿Cómo comienza tu carrera de escritor?
El primer poema que no me dio tanta pena mostrar fue alrededor de los 17 o 18 años que se llamó Arranco versos. Estaba muy influenciado por la lectura de Octavio Paz porque leí Piedra de sol. Me acuerdo que me propuse escribir un texto en puro endecasílabo. A partir de ahí escribí disciplinadamente todos los días por seis años sin la intención de publicar o de tener una carrera literaria.
Corte A: Entré a trabajar en las oficinas centrales de Walmart escribiendo boletines, jingles, campañas. Dejé la escritura por un tiempo hasta que vine a Mérida en 2010. Aquí el ritmo es diferente al de la Ciudad de México, tenía 29 años y bastante tiempo libre. Me metí a talleres de escritura en un lugar que se llamaba La Quilla.
¿Cómo llegaste a los juegos de palabras?
Siempre me han gustado los juegos de palabras. De Mérida roto quería hablar más de rotación, no de ruptura. Era una forma de decir que podía dedicarme a lo que me llenaba emocionalmente y no tanto econpomicamente. Fue un pivote y un a ver qué pasa.
Mi segundo libro se llama Atar de ser maya, es un calambur. Un calambur es un recurso fonético en el que utilizas o acomodas las sílabas para que puedan entenderse de diferentes formas. El más famoso es el calambur de Quevedo. La leyenda dice que un compañero lo retó a decirle a la Reina Isabel que tenía un problema físico. Quevedo le llevó un clavel blanco y unas rosas rosas y le dijo: Su majestad, usted es(coja). En este libro quería que también sonara: Atardecer maya.
Cuando lo escribí estaba más bien como enojado. De ese libro solo rescataría un poema. Fue parte de un proceso de mi primer divorcio, estaba medio molesto pero fue una puerta para conocer los palíndromos. También el hipálage, una figura retórica que le atribuye una cualidad a un sustantivo que no corresponde. Por ejemplo: encono de hormigas en mis venas voraces, de López Velarde. Eso me lleva a los palíndromos que en México tienen una tradición muy importante.

¿Cuáles te gustan a ti?
Merlina Acevedo en Twitter, Pedro Poitevin que para mí es el mejor palindromista en lengua española. Aurelio Asian, que también es muy bueno; Miguel González Avelar, que fue uno de los que inició la tradición. Hay también algunos de Juan José Arreola, Rubén Bonifaz Nuño, Willy the Winter. Éste era un escritor hijo de un neerlandés y una mexicana que escribió palíndromos bastante lúdicos. Y en inglés está el que yo considero que es el mejor palindromista del último siglo que se llama Anthony Etherin, que es otro nivel.
Cuando escribiste el libro de palíndromos ¿te propusiste un tema en especial? ¿Cómo fue la creación de la estructura de este libro?
Cuando empecé con los palíndromos, la verdad, yo solo quería escribir una oración. Mi primer casi-palíndromo era: te asumo musa eterea. Pero le sobra una t. El palíndromo es muy chistoso: tú puedes intentar escribir sobre un tema pero no te va a dejar porque mientras más desdoblas más pierde coherencia. Entonces lo que yo busco es partir de alguna bisagra, una palabra que te permita construir de allá hacia acá y a veces te encuentras joyas. Otras veces solo te queda tacharlo, hacerlo bolita, tirarlo y el que sigue.
El primer palíndromo se lo escribí a la luna. La luna es una palabra muy susceptible de escribir hacia los lados. Luego le escribí al sol que, al ser una palabra de una sola sílaba, también se presta. Y al mar, que también se presta. Y el del desierto es de los que más me han chuleado y ahorita lo releo y sí siento que es de los más acabados.
Luego entré más a la jaula con los haikus. Pero no tienen tanto la camisa de fuerza de la rima, solo de la métrica. Y ahora lo que quiero es empezar a experimentar con los palíndromos silábicos y también con los palíndromos por palabra.
¿Qué sigue después de tu último libro? ¿Estás trabajando algo?
Mi papá es mayahablante, yo no, pero me interesa escribir un palíndromo en lengua maya. La otra vez encontré en una sala de lectura en palíndromo, Koox xook, que significa vamos a leer. Hay lenguas en las que los palíndromos nacen de manera espontánea, natural. Y por lo que he leído y lo poco que sé, creo que la lengua maya es una buena lengua para los palíndromos.
Ahora tengo 30 palíndromos para publicar otro libro. La verdad es que tampoco tengo prisa por publicarlo. Quiero más bien desprenderme completamente de los palíndromos porque son desgastantes, quitan mucho tiempo, ir volteando las palabras que uno se encuentra en los letreros. Con este libro cierro mi ciclo de palíndromos en español para escribir uno en maya pero primero tengo que hablar y leer bien la lengua maya.
Y después de eso, ya, ahora sí, adiós a los palíndromos.
Me hablabas un poco sobre varios momentos paréntesis. De tu trabajo de comunicación que al final también sigue siendo escritura. ¿Tú sientes que hay algo de reto de poesía, de juego de palabras en lo que haces en tu día a día?
Sí, al menos busco que lo que vaya a salir en algún discurso o copy tenga cierta chispa literaria. Una campaña se trata de contar una historia y dar un mensaje: debe tener un buen inicio, un buen desarrollo y una conclusión. Algo que enganche al lector o a la audiencia.
Empecé muy chavito a trabajar en discurso, entonces también creo que en tres años me puedo despedir y enfocarme a escribir lo que me gusta.