Por Katia Rejón
Ilustración: Maryliz Tamez
La Feria Internacional de la Lectura Yucatán de este año está a la vuelta de la esquina. Se realizará a partir del 11 al 19 de marzo en el Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI. Desde hace un par de semanas comenzó su publicidad preventiva para invitar a los ciudadanos a asistir a esta edición que -como se anunció desde el año pasado- será organizada por un equipo diferente al de los años anteriores.
Como parte de su publicidad, la Filey subió a su red social una serie de imágenes alusivas a libros -que también fueron películas- como Romeo y Julieta, Eso, El Resplandor y 50 Sombras de Grey. Este último tenía una leyenda muy poco ingeniosa que decía «Castígame, pero déjame leer» sobre la imagen de una mujer siendo sometida por un hombre, haciendo referencia al sadomasoquismo. En las redes sociales las muestras de inconformidad comenzaron a circular, pues la imagen haciendo referencia a la violencia hacia la mujer destacaba mucho más que la del libro. Pero también se hizo presente un grupo de personas a las que les pareció exagerada la reacción de quienes opinan que esta publicidad promueve la violencia de género.
Sin embargo, al margen de si la promueve o no, me cuesta trabajo creer que la Filey no lo vio venir. La Universidad Autónoma de Yucatán -institución que respalda la feria- tiene en su planilla académica a muchísimas personas sensibilizadas e informadas en temas de género. Claro, no son ellos los que se encargan de organizar un evento como el de la feria de la lectura, pero ésto les ha costado que por lo menos una de sus invitadas, Alicia Ayora Talavera, rechazara participar debido a este traspié. Por lo tanto podemos suponer, sólo suponer, varias cosas. Que la institución asume que un evento cultural, literario y académico como la Filey es algo que puede hacer cualquiera, es una. Que la población no está sensibilizada con el tema de la violencia hacia la mujer, y que carteles como estos les parece poca cosa, es otra, y la más difícil de corregir.
El año pasado, una organización independiente realizó un informe llamado Yucatanfeminicida que visibilizaba con datos duros, investigación y testimonios de primera mano la negligencia de las autoridades para encargarse de la violencia de género. En resumen, tres botones:
- De 2008 a la fecha, se han registrado 57 feminicidios en Yucatán.
- Diputados y diputadas han aprobado modificaciones al delito de feminicidio que entorpecen su correcta aplicación.
- El Instituto para la Igualdad entre Mujeres y Hombres ha retrasado por 8 años la integración del Banco de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres. (Información de www.yucatanfeminicida.org)
Por supuesto, éstas sólo son conclusiones a las que se llegó a través de un análisis de los últimos casos de feminicidio en Yucatán y que se desarrollan dentro del informe que la organización Yucatán Feminicida entregó a las autoridades y al público en general en su página web. Según los últimos datos del Censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Yucatán ocupa el lugar número 24 entre los estados que sufren mayor violencia contra las mujeres, sin embargo, el porcentaje sigue siendo alarmante: El 59.8% de las mujeres mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia. Sólo 7% menos que la media del país que es del 67%.
Para las personas que conocen la gravedad de lo anterior, un cartel que dice «Castígame, pero déjame leer» es de pésimo gusto e insensible, y que venga de una feria fundada por la Universidad Autónoma de Yucatán, lo hace aun más ofensivo. En todo caso, la feria pidió disculpas, reiteró que está en contra de toda violencia y reafirmó la buena fe con la que decidió publicar este cartel. Creo que se les puede acusar de ingenuos, no de promover la violencia, pues los encargados de realizar estos carteles simplemente la ignoraron -de otra manera no la hubieran subido como parte de la imagen institucional. Sin querer, demostraron que para ellos es una «variedad ideológica» no un problema de urgencia social y que ha sido eludido no sólo por parte de los poderes judicial y legislativo, sino también de una sociedad que sale a decir que «no es para tanto».