Por Logan Johnson
En un año donde el cine nos dio tanto, o mejor dicho todo, llegamos al final de la temporada de premiaciones. Pero mientras una cinta ha destacado por encima de las demás —y por las razones incorrectas—, quizás llegue el momento final de preguntarnos: ¿los Oscar en la actualidad son más importantes que nunca o han perdido ya toda la relevancia que alguna vez tuvieron?
Hace casi tres décadas, cuando Shakespeare apasionado le ganó el Oscar a Salvando al soldado Ryan —quien era la favorita para ganar el premio máximo—, se mostró el poder que carga tener una agresiva campaña publicitaria (en aquel entonces orquestada por el ahora innombrable Harvey Weinstein). Pero eso fue en 1999, donde no se contaba con las redes sociales para observar todo a detalle ni la posibilidad de irnos al perfil de X de una celebridad para ver que escribió en hace años y hacerlo conversación ahora.
En Conclave, una de las películas que viene multinominada en esta entrega del Oscar, se nos ubica en el fallecimiento del Papa y el proceso que conlleva la elección de uno nuevo. Y aunque ese logline podría hacernos pensar a primeras que es un dramón denso, serio e impredecible (que sí lo es), también es la analogía perfecta a lo que estamos percibiendo.
Si bien este año, al igual que la cinta previamente mencionada, en el desfile de los cardenales/candidatos, algunos más confiados de otros de sus status de favoritos, se han empezado a meter el pie y a sacar los trapitos sucios frente a sus colegas: que si Anora no utilizo coordinadores de intimidad en el set, que si El Brutalista hizo uso de inteligencia artificial; la protagonista de Aún estoy aquí hizo blackface para un papel hace casi dos décadas. Vaya, ni siquiera La sustancia, una de las preferidas de la audiencia, ha salido ilesa de la crítica de cine Ana Jiménez la definió como “una representación cobarde, superficial e incluso cruel, que utiliza el body-horror como excusa para crear un discurso sobre los dobles estándares de la belleza, y la industria que la sostiene”.
Los largometrajes que han querido competir en la premiación vienen precargados de dichas campañas publicitarias que, dependiendo sus posibilidades y recursos, van haciendo ruido poco a poco, a través de los festivales donde hacen sus debuts o la recepción directa del público y la crítica, eventualmente perfilándose como las predilectas. Y lo que en teoría debería ser una competencia sana a raíz de celebrar el séptimo arte, ha mutado a algo más allá para que la cinta de Edward Berger, Conclave, sea el paralelismo ideal para describir a este circuito.
Bienvenida a tu lujosa cárcel, primita
Ahora bien, toda esa atención y todo ese caos podría resultar contraproducente, pero honestamente, a la Academia rara vez le ha preocupado la recepción de la audiencia, más allá de los números que registre en televidentes, a menos que le afecte directamente (Will Smith y Casey Affleck no fueron invitados a la ceremonia después de recibir sus premios, Kevin Hart renunció para ser host, etc). Pero ahora está en el ojo del huracán.
Si de algo se puede jactar Emilia Pérez, la controversial película del director Jacques Audiard es de que su recepción en la temporada de premios ha sido moldeada a su forma y no al revés. Tras una campaña publicitaria que empezó con una piedra, por no decir meteorito -con el cineasta declarando que no hizo investigación en el escenario de la película-, la cinta fue ampliamente recibida por la crítica extranjera, dejando muy en claro que quieren ver en la ficción, siempre y cuando esté dotada bajo un halo de realismo -la misma justificación ¿o pretexto? que utilizó Joker.
Que al público mexicano -donde se sitúa la mayor parte de la acción- le haya parecido una versión tan estereotipada y, sobre todo, superficial de varios temas, hubiera pasado desapercibido si esas opiniones no terminarán alcanzando los oídos de la prensa extranjera. Previo y durante esos certámenes, resultaba cada vez más notorio el descontento con respecto a que consiguiera tantos reconocimientos.
Con trece nominaciones y poniendo en jaque su credibilidad para el espectador promedio, la Academia de una forma u otra, sabe que este año, todes estaremos pegados a la pantalla pero, en esta ocasión, más por curiosidad y hasta morbo que por atractivo o apreciación, así que quizás prefiera mantener su momentum y no arriesgarse a que los espectadores cambien de canal, más allá de si gana su favorito o no, así que ha tomado algunas decisiones para amortiguar el golpe.
Ya se ha confirmado que, a diferencia de ocasiones anteriores, este año ninguna de los temas nominados a Mejor Canción Original será interpretado durante la ceremonia, así que se salvaron de ver a Zoé Saldaña vogueando El Mal o a Selena Gomez haciendo una recreación del karaoke de Mi Camino. De igual forma, se había declarado que en las categorías actorales, ganadores previos saldrían a hablar de las actuaciones de los actuales contendientes, pero se ha cancelado esa dinámica -muy probablemente porque nadie se arriesgaría hablar positivo de Karla Sofía Gascón después de sus declaraciones-. Genuinamente creo que en esta edición, nada -o poco- está dicho (ni para gritar ELLA YA GANÓ), pero si algo es seguro, es que a la Academia ya le urgía una sacudida así para revivir el interés.
Ante ustedes, nuestras predicciones para esta edición.
Mejor actriz de reparto
Zoe Saldaña por Emilia Pérez
Una de las actrices más taquilleras de la historia le da un giro a su carrera con un personaje hablado en español casi en su totalidad y bastante fluido. Si bien todo apunta a que ella se llevará el premio, hay algunos puntos que valdría la pena mencionar, pues en realidad ella es el personaje central -está en esta categoría por estrategia-.: como que es el único personaje que tiene un arco narrativo definido, pero al mismo tiempo, sus canciones, más allá de cantarlas, se interpretan en spoken word. Difícilmente alguien más podría ganarle.
Isabella Rossellini por Conclave
Aparece ocho minutos en pantalla y es prácticamente la única mujer en la cinta -una cinta que, por cierto, jamás aprobaría el test de Bechdel-, adicional a que sus diálogos son contados. Es su primera nominación y ya le hacía falta. Aún así, su presencia es poderosa y si finalmente los votantes dejan de decantarse por su contrincante, ella sería la siguiente a vencer…
Ariana Grande por Wicked
O, si se llegaran a dividir los votos, aquí podría haber una entrada. La que probablemente es la última estrella juvenil de nuestra generación desvela aquí el rol que nació para interpretar. Ya sea por su calidad vocal, sus manerismos o simplemente su presencia, la fuerza de la también cantante brilla por todos lados. Aún si no gana, este será un parteaguas en su carrera.
Felicity Jones por El Brutalista
En la extensa película, cuando por fin aparece -hasta la segunda mitad-, la cinta da un golpe de realidad y en parte es gracias a su presencia, pues detona otro duelo de actuaciones con su coestrella Brody, en total dominio y control de sus expresiones, adicional a la fuerza que imprime tan solo estando sentada. Hace diez años recibió su primera nominación por La teoría del todo, un rol de igual de contenido, pero que tampoco le resultó favorable en aquella ocasión para triunfar.
Monica Barbaro por Un completo desconocido
Si a alguien le queda el título de la cinta, es a Joan Baez, el personaje interpretado por Monica Barbaro, con más versos que diálogos y más expresión que exposición. Aunque es conocida por ser la scene stealer en Top Gun: Maverick, ahora se le abrirán las puertas para seguir en Hollywood, pero definitivamente no se levantará de su asiento por el premio.
Se quedaron fuera:
Margaret Qualley por La sustancia
Lily Rose Depp por Nosferatu
Leonie Benesch por Septiembre 5
Natasha Lyonne por Las tres hijas
Mejor actor de reparto
Kieran Culkin por Un dolor real
En una cinta que a primera vista parece una buddy trip comedy, se va profundizando y es gracias al rol de Culkin, recién salido de la exitosa Succession. Entre silencios, miradas perdidas que cambian de un momento a otro para llenar de elocuencia y movimiento, se nos presenta un filme que nos permite reír y llorar por igual para celebrar y desahogar un duelo. De verdad, la mejor actuación del año.
Edward Norton por Un completo desconocido
Usualmente, sus actuaciones vienen cargadas con un poderío y una grandilocuencia y elocuencia palpables -a menos que colabore con Wes Anderson-, pero para interpretar a Woody Guthrie, uno de los músicos de folk más importantes de Estados Unidos, Norton despliega una sensibilidad y tranquilidad impropios, pero necesaria para balancear con sus compañeros de pantalla. Nuevamente no ganará, pero pronto.
Yura Borisov por Anora
El cuento de hadas, el road trip, el análisis de la brecha socioeconómica más marcada que nunca y la comedia de dos opuestos, entre muchas otras lecturas. De todo lo que abarca la radiografía que es Anora, hay dos dinámicas en donde él es la base: la screwball comedy y la escena final. Conocido por su papel en Compartment No. 6, el ruso rompe los estereotipos de su personaje con su distancia y escasez de palabras. Al inicio de la competencia parecía que podría ganarle a Kieran Culkin, pero ahora ya no.
Guy Pearce por El Brutalista
Su nombre es persistente en el cine independiente y el blockbuster, pero casi siempre sin reconocimientos. Es por eso que en El Brutalista, interpreta a la epítome del sueño americano en sus múltiples caras, todo lo que representa y lo seductor que puede ser. Imposible que gané pero quizás con esto encuentre otro papel que igual le de nominaciones.
Jeremy Strong por El Aprendiz
El Aprendiz logra ser digerible gracias a las interpretaciones condimentadas de sus actores y Strong, otro histrión fresco de las canteras de Succession, consigue su primera nominación por una cinta que, de no ser por él y su co estrella, estaría destinada a perderse como muchas de su corte. El que una película llegué a la ceremonia sólo por sus actuaciones no es nada nuevo, pero no le ayuda que sea mala. En un mejor proyecto tal vez.
Se quedaron fuera:
Harris Dickinson por Babygirl: Deseo Prohibido
Clarence Mackinac por Sing Sing
Jonathan Bailey por Wicked
Adam Pearson por Un hombre diferente
Mejor actriz
Demi Moore por La sustancia
El rol que marca un antes y un después en una carrera. Este rol era súper arriesgado pero la actriz, en confianza con la dirección y en sí misma, se empuja hasta el límite física y emocionalmente en su encarnación de una estrella que de un día a otro ve su brillo apagarse, sólo para intentar recuperarlo a cualquier costo. Mejor Actriz siempre ha sido una categoría difícil de predecir, pero aún cuando en los últimos certamenes ha perdido (los BAFTA y los Independent Spirit, por ejemplo), todo indica que se termina aquí, con ella finalmente recibiendo los aplausos que se merece.
Mikey Madison por Anora
Sus posibilidades han ido danzando de un lado a otro. Cuando perdió el premio de Mejor Actriz en Cannes, se pensó que la revancha sería en los Oscar pero la carrera ha sido complicada. Encarnando a la mujer del título, Madison se desnuda ante nosotros de dos formas, la física, que es donde conecta con la atmósfera de la película; y la emocional, cuando Ani se devela ante nosotros como un personaje tan matizado. Puede ser la triunfadora de este último baile.
Fernanda Torres por Aún estoy aquí
El estoicismo que desprende en escena es brutal, elevando lo que pudo ser otra cinta periódica sobre desaparecidos, ella nos mantiene clavando las uñas en el asiento en su odisea por mantener a su familia unida a pesar de las circunstancias. Una vez que ganó el Globo de Oro, sus apariciones en las premiaciones la mantienen en la mente de todos, a pesar de que no ha sido candidata para cada presea. Para muchos, es la mejor actuación del año, así que puede hacer dividir los votos.
Cynthia Erivo por Wicked
Su calidad vocal es clara. Pero de la misma forma que Shrek (y esta comparación no sólo radica por el color de piel), sus capas van pelándose hasta llegar un centro revelador listo para ser explotado en su secuela, en la cual puede tener más oportunidades de un triunfo que aquí.
Karla Sofía Gascón por Emilia Pérez
Gracias a este rol, la actriz consigue su primera nominación… y la última. Originaria de España pero radicada en México y conocida gracias a roles en proyectos como Nosotros los Nobles, Mi gorda bella y Masterchef Celebrity México, este es el único personaje que carga un arco narrativo definido y es Gascón quien le inyecta una textura a un personaje a través de los múltiples géneros que la cinta abarca. Será recordada como la primera actriz trans en ser nominada a un Oscar, pero no en ganarlo.
Se quedaron fuera:
Pamela Anderson por The Last Showgirl
Nicole Kidman por Babygirl: Deseo prohibido
Naomi Scott por Sonríe 2
Willa Fitzgerald por Asesino serial
Mejor actor
Adrien Brody por El Brutalista
Tiene el récord de ser el actor más joven en ganar Mejor Actor pero su trayectoria posterior, fuera de sus colaboraciones con Wes Anderson -para variar-, no ha sido la más activa. Pero a dos décadas de esa única nominación y triunfo, regresa con un papel por el que los votantes se desviven: el inmigrante en busca del sueño americano y de la grandeza que según esta conlleva. Todos sus trazos conectan en un triunfo.
Timothée Chalamet por Un completo desconocido
Quizás lo más notable de la biopic de Bob Dylan -y que, hasta la fecha, me sigue sorprendiendo que los especialistas no lo mencionan-, es el paralelismo de la cinta con la propia carrera del actor. Su primera nominación al Oscar fue hace ocho años, por una película independiente que lo llevó al súper estrellato y esta segunda, es la forma perfecta para avanzar a la siguiente etapa de su trayectoria. Después de que ganó el SAG, puede quitarle el récord a Brody de ser el actor más joven en obtener el Oscar por protagonico masculino.
Ralph Fiennes por Conclave
El histrión ha sido nominado en un par de ocasiones, ambas a mediados de los 90. De ahí, lo hemos visto en roles de todo, muchos de encargo y en algunos casos, más notorios que otro. Es por eso que verlo como el Cardenal Lawrence (personaje que no existe originalmente en la novela en que se basa), es bastante satisfactorio, transmitiendo su desconcierto y duelo con una sutileza que le hacía falta en varias de sus actuaciones.
El actor ha declarado que no tiene interés en hacer campaña desesperada por alcanzar la presea a diferencia de otros competidores y los votantes tomarán nota.
Colman Domingo por Sing Sing
Liderando un ensamble poderosísimo ensamble (dentro y fuera del guión), aquí hay otro personaje que trasciende a través del arte. El año pasado estuvo nominado y esta mención sólo hace más fuerte su presencia en la industria. Lo veremos ganar más adelante.
Sebastian Stan por El Aprendiz
Está cinta, a pesar de ser estrenada en Cannes, El Aprendiz es una cinta olvidable, que se dedica a relatar más que a proponer y aunque Stan brilla con su recreación del actual presidente norteamericano, un triunfo en este contexto y con ese papel, resultaría más alocado que si Emilia Pérez ganara todas sus nominaciones. Tendría más oportunidades si hubiera estado por su papel en Un hombre diferente.
Se quedaron fuera:
Sebastian Stan por Un hombre diferente
Nicholas Hoult por Nosferatu
Glen Powell por Cómplices del Engaño
Daniel Craig por Queer
Mejor película
Anora (Dir. Sean Baker)
Se fue con las manos vacías de los Globos de Oro, pero el resto de las premiaciones la han reconocido, por lo que resurgieron sus posibilidades. Y es que, en teoría, la Academia tendría que ajustar cuentas con Baker. Su tetralogía espíritual (Tangerine: Chicas Fabulosas, El proyecto Florida, Red Rocket y esta) se ha encargado de desmitificar el trabajo sexual a través de formas tan inteligentes y fondos tan realistas, ha puesto en jaque como ha sido retratada esa tematica en el cine mainstream -podría incluso ser vista como el magnus opum de su realizador, si continúa trabajando con bajo esa línea. De los primeros tres filmes, sólo El proyecto Florida consiguió llegar a los Oscar, con una nominación a Mejor Actor de Reparto, por lo que ganar ahora resulta hasta correcto.
Conclave (Dir. Edward Berger)
La que en cualquier otro año hubiera sido la opción más obvia y tradicional para alcanzar el premio mayor, ahora parece la candidata más safe de todas. Y ojo, si los temas y desenvolvimiento de Conclave pudieran parecer típicas a primera vista, nos encontramos con una versión más jugosa e incluso actualizada de aquel clásico de culto, la icónica Chicas pesadas. La presea a Guión Adaptado es segura, pero el de película del año ahora no luce tan fácil.
El Brutalista (Dir. Brady Corbet)
Ante una manufactura impecable -y más aún considerando su pequeño presupuesto-, la potente cinta de Corbet evidentemente tiene los elementos que le seducen al Oscar: un escenario en un periodo importante, el sueño americano, homenajes, un protagonista inspirador y la creación del arte a través del trauma. Su duración no debería ser un impedimento -parece que nadie recuerda que Los asesinos de la luna de Scorsese, nominada el año pasado, dura prácticamente lo mismo. Hay varias categorías técnicas en la bolsa pero no olviden que ganó el Globo de Oro y a los Oscar les gusta llevar la contraria.
Un completo desconocido (Dir. James Mangold)
La accesible y convencional biopic de Bob Dylan resultó en un desfile de nombres que ayudaron a cimentar el folk en los oídos estadounidenses. Partida a la mitad de forma ideal, el metraje disecciona a su protagonist antes y después de su contacto con la fama pero donde Bohemian Rhapsody y Elvis (biopics musicales recientes también nominadas) pegaron de arriesgadas, lo que presenta Un completo desconocido está dosificado de la forma en que la Academia prefiere saborear una biopic. Sus ocho nominaciones la ayudan (no se esperaban que fueran tantas), pero queda mucho al aire como para percibir un triunfo.
Emilia Pérez (Dir. Jacques Audiard)
Sin titubear, Emilia Pérez es una cinta problemática. Su condensación de temas (el narcotráfico, la transición de género, los desaparecidos en México) aunado a su convergencia de géneros (musical, thriller, telenovela) resultaron en una rebeldía incategorizable que al parecer fue un deleite para la Academia y los votantes. Sin embargo, ahora que estos son más conscientes que la audiencia no apreció el filme y que el prestigio como premiación ya está más en duda. Hay otras categorías donde seguro triunfará antes que aquí.
La sustancia (Dir. Coralie Fargeat)
La segunda cinta de la directora es un statement de los límites a los que uno es capaz de llegar con tal de mantenerse vigente en una industria que ama la juventud. Aunque estos sean inverosímiles, el estilo y precisión de Fargeat elevan esta cinta a otro nivel. No se había visto un amor así por una cinta de horror desde El cisne negro, pero como aquella, su mayor activo recae en su actuación principal, quien es la columna vertebral de la cinta, por lo que algunos no verán la “necesidad” de subir a recoger este trofeo.
Nickel Boys (Dir. RaMell Ross)
Podría resultar alocada una comparación como la que viene, pero la experiencia sensorial de Nickel Boys podría verse como la Zona de Interés de este año, en un ejercicio inmersivo que representa estar en los zapatos de alguien más. Definitivamente no ganará (sus pocas nominaciones no le ayudan), pero servirá para darle más vida a una cinta que, de otra forma, se perdería entre otros titanes nominados.
Wicked (Dir. Jon M. Chu)
Una fantasía épica que al mismo tiempo logra funcionar como reflejo fantástico de un contexto actual, la adaptación del musical de Broadway que se dividirá en dos partes, empezó a publicitarse de manera muy particular, ya que desde antes de su premiere se rumoraba que podían conseguir algunas nominaciones. Sus estrellas han promocionado de inicio a fin su recorrido y su fuerte conexión con el público la ha hecho destacar. No ganará, pero si se mantiene en conversación, podría tener más posibilidades en su parte dos, a diferencia de…
Duna: Parte Dos (Dir. Denis Villanueve)
La continuación -no secuela- de la épica se vio afectada por su retraso en su estreno, pues aunque desde su anuncio se sabía que sería una contendiente fuerte, que se estrenará iniciando el año fue algo que innegablemente le pesó (sino, pregúntenle a ciertos Desafiantes). Podríamos desvivirnos en alabanzas sobre su fuerza -los rostros del final-, pero que haya llegado con solo categorías técnicas y nuevamente sin nominación a Mejor Direccion, dejan entrever sus chances.
Aún estoy aquí (Dir. Walter Salles)
Un cuarto de siglo después de la prodigiosa Estación Central, que puso al cine brasileño y a su director en la mira, el realizador vuelve a sus raíces con una historia pequeña y universal por igual. Un momento histórico negro en la vida de un país fue suficiente para que la Academia la tuviera en la mira, pero la sensibilidad con la que desenvuelve el tema de los desaparecidos -a diferencia de su OTRA contrincante-, le da una ligera ventaja… en Mejor Película Internacional. No hay forma de que triunfe aquí… su nominación en la categoría principal es un logro mayor de lo que pudo imaginar.
Se quedaron fuera:
Un dolor real (Dir. Jesse Eisenberg)
Desafiantes (Dir. Luca Guadagnino)
Septiembre 5 (Dir. Tim Fehlbaum)
La luz que imaginamos (Dir. Payal Kapadia)
Habría también que señalar algunas de las muchas cintas se quedaron sin mención en la premiación: Jurado #2 de Clint Eastwood, I saw the TV glow de Jane Schoenbrun, Guerra civil de Alex Garland, Cómplices del Engaño de Richard Linklater y Queer y Desafiantes, ambas de Luca Guadagnino —a quien se esperaba repetir la hazaña de Steven Soderbergh al ser nominado dos veces en Mejor Dirección en un mismo año—.